En algún lugar lejano,
parecido a los ladridos de perros
en la noche,
está ese piso
sin revestimientos,
lleno de polvo
desgranado
por el rozamiento al caminar.
Ahora, me levanto a la mañana
y camino descalzo
sobre cerámicos de casa.
Apoyo las manos y el culo
sobre el calefactor
cuando tengo frío.
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